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Canta, oh diosa, la cólera de Aquiles.

Sin contar con ningún griego (algo que podría haber ocurrido) entre sus participantes, esta final de 2019 está resultando profundamente trágica. Ya que hemos empezado con el primer verso de la Iliada, recordemos un poco las circunstancias de su protagonista, Aquiles. Según la leyenda, su madre, Tetis, consiguió hacerle invulnerable a todo mal sumergiéndolo en la laguna Estigia. Lamentablemente, las aguas no alcanzaron a bañar el talón del niño, por donde Tetis le sujetaba, por lo que ese se convirtió en su único punto débil. Un guerrero invencible con un único punto débil, creo que ya sabéis a dónde quiero ir a parar.

Los guerreros californianos alinearon ayer a su quinteto de la muerte para el trascendental quinto partido. Kevin Durant lideraba por fin al equipo, infundiendo auténtico temor en las filas rivales, que eran conscientes de que es un jugador absolutamente imparable cuando está en forma. Y, la verdad, parecía que sí, que lo estaba, 11 puntos y 2 rebotes en algo menos de 12 minutos, tres triples sin fallo, hasta que… Hasta que su tendón de Aquiles se rompió dejándonos a todos con el gesto torcido y a sus compañeros con el corazón en un puño. Un mínimo comentario hacia ciertos gestos y reacciones de parte del público del Scotiabank: las victorias se celebran cuando se consiguen, y a los héroes caídos siempre se les despide con honores. Ironías del destino, la lesión se produjo con los Warriors jugando como juegan únicamente cuando sube el balón Durant, con el balón botando mientras el equipo busca el aclarado para el tiro.

2019 NBA Finals - Game FiveDespués… El partido siguió por los mismos derroteros que los anteriores en esta final: batalla sin cuartel por cada posición, por cada espacio, hasta la extenuación, hasta el dolor. Durante todo el tercer cuarto no dejó de llamarme la atención la manera casi desesperada con la que atacaban y defendían unos Warriors que iban por delante en el marcador; como si fueran ellos los que tenían que remontar el partido, cuando era justo lo contrario.

Los Raptors se encuentran en la insólita situación de tener que demostrar lo que todos sabemos ya, que tienen mejor equipo que estos Warriors maltrechos. Son los favoritos contra todo pronóstico, y tienen por delante dos partidos para tratar de digerirlo. Si lo consiguen serán los merecidísimos campeones de una temporada para el recuerdo (las bajas en Golden State no pueden restar un ápice de ese mérito). Si no lo consiguen, si los Warriors logran la hazaña de ganar los próximos dos partidos, habrá un lugar prominente para ellos en el Olimpo baloncestístico, especialmente para Thompson, Curry y Green.

Aquiles, por cierto, murió al acertarle Paris con una flecha envenenada en el talón. A pesar de ello, como es sabido, Troya perdió la guerra.

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Algunos apuntes breves.

  • El próximo partido en el Oracle será, esta vez sí, el último. Estoy seguro de que el ambiente será apocalíptico.
  • No creo que Durant ni su entorno hayan podido dormir bien esta noche. Si se confirma la gravedad de la lesión, el contrato al que aspira desde hace meses está en riesgo.
  • Aún con las bajas y con una plantilla que ha ido perdiendo profundidad a medida que pasaban los años, los Warriors son el mejor equipo que ha habido nunca jugando con el balón por el aire.
  • Los gestos de dolor de Durant y, sobre todo, de Looney cuando se sentó en el banquillo nos permiten hacernos una idea clara de hasta dónde se están llevando los límites en esta final épica.

 

 

 

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